miércoles, 28 de abril de 2010

Chimeneas de hadas por el Pontón de la Oliva.

Obras de construcción del Pontón de la Oliva (hacia 1855)

La primera vez que descubrí las chimeneas de hadas de Torrelaguna fue saliendo de la cueva del Reguerillo, en la zona que da al Pontón de la Oliva. Después de unas largas seis horas de penumbra y de olor nauseabundo a carburo pensé en lo maravilloso que es la luz natural.

Aparecimos llenos de barro de ese encierro, agotados de ese mundo subterráneo. Diego, al que poco le importaba las aventuras, había sido el encargado de grabar aquel documento estremecedor. Sus cualidades eran escuetas y grabó encima otra cosa otro día, perdiendo para siempre aquella “película”.
Sin dispersarnos en el tema de la cueva, me quedé descansado en aquella plástica que da la naturaleza en bruto. Era un deleite contemplar las paredes de Calcoarenita del Pontón, pero detrás de eso, mi vista me remitía a unas formas visibles y poderosas. Se trataba de unas enormes cárcavas que destacaban impactantes en el horizonte lejano. Esa misma semana allí acudimos, sin Diego, y descubrimos un Arte sublime. Eso fue hacia 1989.
El 10 de abril de 2010 hemos regresado como en esas escenas acaecidas tiempo atrás. Desde la base de la presa del Pontón hay que coger la calle de en medio del poblado existente (hacía la mitad está el BAR LA CHOPERA, imprescindible en el mundo de la hostelería de montaña) y al final, seguir el Barranco a la izquierda (dejo un mapa).
Ese día nos acompaño un sol espléndido y Blanca acabó protestando, quería sombra y en el resto de la expedición encontró los apoyos necesarios a sus pretensiones. Ella, que es geógrafa, no apreció en un descuido "inusual" de su persona los sedimentos depositados en un remanso del barranco. Metió el pie y después la rodilla. La escena fue divertidísima, no fue engullida por aquellas arenas movedizas por poco, pero se puso las zapatillas alborozadas de barro.
Después de la embarrada comida-picnic ascendimos por un camino coincidente con el barranco. Observamos el socavamiento del agua en los sedimentos y la meteorización del granito, una roca dura convertida en arena por procesos de hidrólisis. Según avanzábamos, más profundos y estrechos eran los canales que se iban bifurcando, bifurcando, bifurcando…,y pudimos admirar las torres de erosión conocidas como “Chimeneas de hadas” desde abajo a arriba. En las paredes son frecuentes los desprendimientos de fragmentos de todo calibre que suelen sobrevenir en episodios de lluvias, pero que por si acaso no me fiaba. Sería conveniente utilizar un casco durante la visita.
La vuelta fue como de costumbre, con un niño a hombros y otro que no paraba de pedirme agua. Un riachuelo de aguas cristalinas descendía mansamente junto a nosotros, bebimos de ahí todos.
El final de etapa acabó en el Bar La Chopera y se jugaba esa noche el clásico (Real Madrid CF- 0, FC Barcelona 2.)


La persistente memoria.
bebiendo agua de un riachuelo. Chimeneas de Hadas, en peligro como el sueldo de un funcionario.plano corriendo por los callejones.

2 comentarios:

  1. Visite las chimeneas de hadas hace mucho tiempo y a mi también me repitieron hasta la saciedad su nombre... será la misma persona???
    Si es así siempre nos descubre lugares ignotos en los que perdernos.

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  2. Hola Ana, Queda inagurada la sección de comentarios de este espacio. Esa persona de la que me hablas no pasará a la Historia sino a la geografía, ¿Queda aclarada tu duda?

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